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A ROSARIO CON “EL CAMPITO” | Jorge Ariel Lifschitz

A Rosario con “El Campito”

de Jorge Ariel Lifschitz

Confieso que no iba a la cancha desde que era un chico de diez u once años, en los que huér-
fano de futboleros en la familia me iba solo al estadio del Albo. Por esa época en la tribuna te
vendían maní y café y con esa estúpida mezcla terminaba volviendo a casa con una acidez
horrible. Todavía a veces hago mezclas que no entiendo... en fin.

La invitación de Augusto me resonó a aventura y reencuentro con algo. Me fui poniendo a tono
en el partido de ida en Floresta y pude percibir desde lo más alto de la tribuna alta lo que des-
pués se vio en Rosario, este equipo estaba para mucho más que un empate y claramente el
segundo gol estuvo muy mal anulado. Al final del partido la hinchada de All Boys, muy confiada,
rugía por justicia futbolera y los rosarinos se iban —se notaba— que de lo más preocupados.

Lo que se respiraba entonces en la mañana del domingo 23 de mayo de 2010 era esperanza.
Después de un rato en la plaza, subimos al micro escolar. Al principio me sentía como sapo de
otro pozo pero al rato la cara de esos tipos se me fue dibujando familiar reconociendo en ellas
a muchos pibes que veo en el barrio desde que eran muy chicos, si hasta estaba Mario, el de
los monoblocks que trabajó tantos años con mi vieja.

Así entonces avanzaba la nave insignia del El Campito, chofer con gorra de murga Alba,
bandera de All Boys con Malvinas flameando por el ventilete de la derecha y 200 sandwi-
ches de milanesas freídas personalmente por Augusto en la cocina de su resignada viejita,
con ayuda de (memoria injusta) no me acuerdo quién y envueltos en papel film, que aguar-
daban por su digestivo destino. Los muchachos que organizan, saben que no es bueno
llegar a la cancha con la panza vacía.

“El Campito” son muchos de los hinchas de All Boys de la zona de la Plaza Vélez Sarsfield don-
de vivo ahora y del Barrio Alvear donde vivía antes y donde nació la revista que edito hace 25
años: Floresta y su Mundo. Ellos se definen independientes de la política del club al que aman
con pasión y se agruparon para cuidarse entre sí (vaya que hace falta) y trabajar para el club.

¡Y como no reconocerlos! En los 90 hacían sus asados en el terreno que hay bordeando
las vías sobre Venancio Flores, justo enfrente de donde era mi casa. Cada tanto venía la
cana a llevárselos y un par de veces salimos con Claudia, mi ex y ella se enfrentaba con la
gorra aclarando que los muchachos no estaban molestando a nadie, que eran los chicos
del barrio. La policía quedaba es-tu-pe-fac-ta frente a esa petisa divina, una “madre arrr-
gentina” bien stone, de ojos verdes y mirada filosa que los encaraba alocada y sin miedo.
Terminaban yéndose, confundidos. Los pibes del micro eran ellos, los que cuando llegaba
de laburar y ponía la llave en la puerta, te interceptaban con un “Ey don, nos presta la sal y
un cuchillo... ¡Ah!, vos sos el de la revista amarilla”, los mismos algo más grandes.

En el viaje de ida, con el precalentamiento de la hinchada corría un presagio “están muertos es-
tos rosarinos, tienen miedo”. Una hinchada es como una cofradía, cada uno tiene su rol, todos
se conocen y se cuidan y también están los que como Maxi, cuidan desde arriba. Para ellos es
la dedicatoria de los triunfos. Ser joven en Argentina es muy difícil. Acá los que son más lúcidos
mantienen los equilibrios y los otros, aunque a veces les cuesta, respetan.

Impresionante la logística. En la ruta nadie te vende nada y al paso de los micros cierran los
autoservicios así que todo lo que se consume va en el micro. Cerca de Rosario nos pararon
para el cacheo. Llovía bastante y la policía nos fue arriando a toda la hinchada hasta la en-
trada de la tribuna visitante y dejó a todo el contingente albo (dicen que de 3500 personas,
no las conté) en remojo como una hora y hasta 5 minutos antes del comienzo del partido.
En este trayecto me sentí bastante perdido y falto de reflejo para la cosa masiva, y pensar
que fui experto en tragar gases y esquivar balas de gomas, pero mi último entrenamiento en

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