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SI NO TE VEO, SE ME PARA EL CORAZON | Leonel Ventura

Por suerte fue todo bastante rápido, estuve sólo 3 semanas en el hospital y cuando ya es-
tuve bastante asentado en casa y con las fuerzas necesarias se tocó el tema que yo trataba
de esquivar.
-Beto –Me encaró mi mujer y yo sabía el sermón que se avecinaba.
El médico recomendó que no vayas más a la cancha, no podés sufrir otro golpe como este. Te
busqué un analista para que lo hables con él –Cerró con contundencia.
Era una batalla que ni siquiera me animé a comenzar. Tenía todas las de perder y la sentencia
ya estaba firmada. Las sesiones de análisis me terminaron de convencer, de que era lo mejor y
la decisión estaba tomada. Toda la teoría funcionaba muy bien pero cuando llegó el momento
de ponerlo en práctica la cosa cambió rotundamente.
Me paré y fui directo a la habitación. Abrí el cajón y manotee mi camiseta de la suerte, esa con
el sponsoreo de los alfajores Guaymallen que tiene la firma del gran Beto Pascutti luego del as-
censo de 1993. Es una reliquia, no suelo usarla, salvo en ocasiones muy especiales y sentía que
esta era una de esas. Más allá de tratarse de la primera fecha de una devaluadísima Nacional
B en la que nada aún estaba en juego, yo sentía que era un día muy especial, un día en el que
me iría a reencontrar con mi gran amor luego de una “pelea” grave y quería verme adecuado
para la ocasión.
¿Qué me falta? –Pensé– El carnet de vitalicio, ahora si tengo todo lo que necesito.
Cerré la puerta y encaré el pasillo con el mismo temor que “El Diego” cuando encaró por pri-
mera vez al “Mariscal” Perfumo, salvo que en este caso mi defensor era aún más temerario,
mi señora. Puedo salir sin que me vea fantasee, pero conociendo el sentido perceptivo de las
mujeres era casi una utopía. Alcanzó a cruzarme a sólo dos metros de la puerta de calle y me
camiseteó de atrás.
-¡¡¡Penal juez!!! –Grité como un desaforado.
-Beto, te volviste loco en serio me parece, ¿te acordás que hace un par de meses casi te morís
por ese fútbol de mierda? –Nunca la vi así.
-Norma, mirá, yo no sé si me voy a morir o no en la cancha, lo que si se, es que pasé tan solo
2 horas con la idea de que no iba a poder ver a mi querido All Boys y sentía que me moría, que
es aún peor que morirse.
En el momento donde tenían que venirme las palabras justas para decir, sentí algo adentro mío
muy fuerte y logré conmover a mi mujer que me abrió la puerta y me dijo: -andá.
Fue una inspiración divina, pensé y al instante miré para abajo y me di cuenta que tenía puesta
mi camiseta de la suerte.

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