Page 35 - ALL BOYS | HISTORIAS DE MI CLUB
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LA POSTAL | Luciana Desimoni
El vaso está en el segundo escalón. El ruido, el viento, la tensión general se había aquietado
por completo. La calma anticipatoria que tiene un dejo de expectativa. Luego de un instante,
la puerta se abre y esta vez un joven sale lentamente, camina hacia la vereda, observa el vaso,
se detiene delante de él, luego se agacha, lo agarra y bebe el contenido. Porque conozco la
fotografía de toda la situación, porque mi memoria y mi pensamiento recorrió esta escena
semana tras semana, respiro profundo y observo como apoya el vaso nuevamente en el piso
al mismo tiempo que mira a un lado y al otro. Confirmando que nadie lo esté mirando. Saca
de su bolsillo un gastado gorrito blanco y negro. Uno de esos gorritos que serían ridículos en
otros contextos pero que se encuentran realmente habilitados en cuanto se divisa un escudo
y sus colores. Cada tarde de sábado que revivo esta escena frente a mí, me detengo en la ex-
presión que se puede percibir en los movimientos de su cuerpo frente a un simple gorro que
al apoyarse en su cabeza toma forma de ilusión, de expectativa. Hay un desconocimiento del
futuro: una delicada ambigüedad. Ese joven (siempre es ese joven) comunica con su cuerpo. Lo
observo y como cada sábado su mirada está inquieta, necesita certezas de esas que son una
bocanada de aire fresco. Su sudor no le permite sentir que puede pensar en otra cosa, sabe
que no es un sofocón de calor sino que es el mismo nerviosismo que le da la espera. Se lo ve
agitado. No. En verdad, no se lo ve a simple vista. Yo alcanzo su casi imperceptible ansiedad
que apresura con suavidad la respiración entrecortada. Y finalmente, se va a paso acelerado
por la empedrada calle y al encuentro de dos jóvenes más. También yo necesito certezas, son
muy pocas las almas que pueden vivir sin ellas. Será que sus pensamientos, sus sensaciones,
su ilusión impactan realmente en mi palpable verdad. Será que participo afectivamente en sus
sentimientos. Será que es trascendental obtener estas certezas o será que basta con todo esto
que simplemente sucede.
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El vaso está en el segundo escalón. El ruido, el viento, la tensión general se había aquietado
por completo. La calma anticipatoria que tiene un dejo de expectativa. Luego de un instante,
la puerta se abre y esta vez un joven sale lentamente, camina hacia la vereda, observa el vaso,
se detiene delante de él, luego se agacha, lo agarra y bebe el contenido. Porque conozco la
fotografía de toda la situación, porque mi memoria y mi pensamiento recorrió esta escena
semana tras semana, respiro profundo y observo como apoya el vaso nuevamente en el piso
al mismo tiempo que mira a un lado y al otro. Confirmando que nadie lo esté mirando. Saca
de su bolsillo un gastado gorrito blanco y negro. Uno de esos gorritos que serían ridículos en
otros contextos pero que se encuentran realmente habilitados en cuanto se divisa un escudo
y sus colores. Cada tarde de sábado que revivo esta escena frente a mí, me detengo en la ex-
presión que se puede percibir en los movimientos de su cuerpo frente a un simple gorro que
al apoyarse en su cabeza toma forma de ilusión, de expectativa. Hay un desconocimiento del
futuro: una delicada ambigüedad. Ese joven (siempre es ese joven) comunica con su cuerpo. Lo
observo y como cada sábado su mirada está inquieta, necesita certezas de esas que son una
bocanada de aire fresco. Su sudor no le permite sentir que puede pensar en otra cosa, sabe
que no es un sofocón de calor sino que es el mismo nerviosismo que le da la espera. Se lo ve
agitado. No. En verdad, no se lo ve a simple vista. Yo alcanzo su casi imperceptible ansiedad
que apresura con suavidad la respiración entrecortada. Y finalmente, se va a paso acelerado
por la empedrada calle y al encuentro de dos jóvenes más. También yo necesito certezas, son
muy pocas las almas que pueden vivir sin ellas. Será que sus pensamientos, sus sensaciones,
su ilusión impactan realmente en mi palpable verdad. Será que participo afectivamente en sus
sentimientos. Será que es trascendental obtener estas certezas o será que basta con todo esto
que simplemente sucede.
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