Page 33 - ALL BOYS | HISTORIAS DE MI CLUB
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ES LA HORA | Roberto Giovine

Boys se queda muda, el referí toco pito y marcó el centro y el grito de gol fue tan ensorde-
cedor que tembló todo Parque Patricios.
A Rubén el grito le nació en el estómago, le subió a la garganta y haciendo un terrible es-
fuerzo gritó “¡GOOOOOOL!”. Mariela dio un salto y quedó al costado de la cama, moviendo
las piernas como quien está precalentando para una maratón de 40 Km., las nenas entraron
corriendo y llorando se abrazaron a las piernas de la madre ante el grito del padre. Todo
había sido un sueño.
Rubén dijo “¡¡Estoy vivo!! ¡¡Estoy vivo!!”, Mariela le contestó “¡Claro que estás vivo! ¡Pero
además de vivo estás loco!, tenés que ir a un médico, me vas a matar de un susto” Rubén
se reía, se vistió, sacó plata del cajoncito de la mesita de luz y le dijo “Poné la pava, que ya
vengo con las facturas”.
Rubén salió, fue a la cancha, hizo su cábala de siempre y cuando llegó a Segurola, a treinta
metros vio que venía el viejo ciego con su bastón blanco, giró sobre sí mismo y salió co-
rriendo, diciendo en voz alta “¡Hoy no me llevás!”. Para llegar a la panadería, tuvo que dar
una vuelta a la manzana.
Ese día las cosas salieron como las había soñado, el gol lo hizo Benítez, aunque no fue tan
impresionante, y hoy, después de cuarenta años, Rubén, El Colo, Larguirucho y alguno que
otro que todavía tenga fuerzas, se sientan en la platea los sábados que hay partido, para
disfrutar del espectáculo. Nunca falta algún grupo de jóvenes que les pregunten como fue
esa tarde de octubre del ´72 cuando All Boys subió a Primera, ellos cuentan cada jugada
como si las estuvieran viendo.
Pero lo más extraño de todo, es que por las calles de Floresta, un viejo ciego, con un bas-
tón blanco y una gorra azul de golfista sigue caminando tranquilamente por el barrio sin que
nadie le preste atención.

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