En ellas existe el poder del secreto de saber que solo ellas fueron testigos principales de cuanta emoción alegría y tristeza pasaron por allí.
Encuentros y desencuentros con fortunas y desatinos, con el presente siempre a cuestas y la impaciencia del futuro que nunca termina de llegar.
Están allí, parecen solas pero están unidas por esquinas, siempre elegantes. Rodeadas de inmensos portones, paredones pintados, ventanas, carteles y muchas esperanzas.
Mutaron los colores. Cambiaron los ropajes. Se construyeron muchas anécdotas. Pero siempre firmes allí, desde hace mucho tiempo.
También hubo momentos muy duros, donde fueron golpeadas, mal tratadas por alguna desdicha de turno.
Y así, y entre todo, el viento sigue soplando en cada esquina llevando presuroso ese maravilloso grito de gol que explota desde la inmensidad cada fin de semana, contagiando por supuesto, a todo el barrio… Ese grito sagrado que queda estampado a fuego en la piel de cada pared, baldosa, escalón, que se recorra.
Son cuatro esquinas, que contienen a un club, que lo transforma todo, desde hace mas de cincuenta años en el mismo lugar, modesto, apasionado, con desaciertos pero con muchas virtudes. Hasta con un sol de otoño que pega diferente.
En fin, es mas que un club de barrio que habita dentro de una ciudad que lo respeta. Es el club de todos nosotros y con eso alcanza y sobra, y gracias a incontables generaciones de locos hicieron posible, que este mes, cumpla 102 años de vida.
¡¡Salud Club Atlético All Boys¡¡¡
Nico Sada
Socio N 48.508
Subcomisión de Cultura